Ají de Gallina

1. ¡Manos a la obra, pata! Primero, en una sartén con un poquito de aceite, dora la cebolla y el ajo picadito hasta que estén bien tiernitos.
2. Ahora, añade el ají amarillo molido. Este ingrediente es el que le da el toque especial al plato, así que ¡no te pases de mano, pero tampoco te quedes corto!
3. Una vez que todo esté bien doradito, añade el pollo deshilachado. Revuelve un rato para que se integren los sabores.
4. ¡Ahora viene el truco del chef! Toma las rebanadas de pan y remójalas en el caldo de gallina. Luego, licúa esto junto con la leche evaporada, las pecanas y un poco de sal y pimienta. Deberías obtener una salsa espesa y cremosa.
5. Vierte esta mezcla sobre el pollo en la sartén. Deja que todo cocine a fuego medio, removiendo ocasionalmente. Aquí es donde la magia sucede y los sabores se unen en una danza deliciosa.
6. Cuando la preparación esté en su punto (cerciórate de probar y ajustar la sal y pimienta), añade el queso parmesano rallado y revuelve hasta que se integre perfectamente.
7. Sirve caliente, acompañado de papas amarillas cocidas, decorando con huevo duro en rodajas y aceitunas negras. ¡Y listo, causa! Ahora tienes un plato digno de cualquier rinconcito de Lima.

¡Ojo al piojo! El Ají de Gallina es un plato que se puede disfrutar en cualquier época del año, pero es ideal para esos días fríos cuando necesitas algo que te caliente el alma. También es la opción perfecta para un almuerzo dominical en familia.

En fin, nada como la cocina peruana, y el Ají de Gallina es la prueba de que la comida de nuestra Pachamama es simplemente inigualable. ¡Así que anímate y sorprende a tu familia o amigos con este platillo! Y como decimos en Perú: “¡Buen provecho, causa!”.